viernes, 20 de marzo de 2020


DÍA DEL ÁRBOL

Además de empezar la primavera, esta estación del año tan bonita, queremos celebrar con vosotros el día del árbol.
Como ya hemos aprendido en clase, los árboles son seres vivos muy importantes para la vida de las personas.
Aquí os dejamos una poesía y un cuento sobre los árboles. Podéis aprovechar y recitar a los papás y mamás la poesía como lo hacemos en clase. Si te apetece, puedes hacer un dibujo de un árbol y se lo envías a tu tutora para que pueda hacérselo llegar a tus compañeros.
Feliz fin de semana a tod@s
Plantemos un árbol 

¡Plantemos un árbol! 
me dijo mi abuelo
e hicimos un pozo profundo en el suelo. 

Plantamos un sauce 
alto como yo 
y entonces mi abuelo esto me contó. 

Me dijo que árboles 
como estos nos dan 
aire limpio y puro para respirar. 

Nos brindan sus leños 
para cocinar, 
también lápiz y papel 
para dibujar. 

Por eso hay que quererlos, 
cuidarlos, regarlos, 
y siempre que podamos... 
¡Plantemos un árbol
Plantemos un árbol 

Autor: Leonardo Antivero 

Cuento: El árbol mágico 

En el centro de una placita, en el pueblo, había un precioso árbol. El árbol tenía ramas muy largas para los costados y también para arriba. Parecía un poquito unos brazos locos que invitaban a los niños a subirse a él. 

Pero el árbol, que ya era muy viejito, porque tenía 103 años, estaba un poquito triste. Resultaba ser, que de tan abuelito que era, de tan tan pero requete tan gordo que estaba – Había bebido mucha lluvia decían – , le pusieron una cerca a su alrededor…con un cartel. Pero como él no sabía leer… Estaba más y más triste porque era un abuelito sin la alegría de sus chiquitos. 

Un día escuchó el árbol – porque saben oír muy bien ellos, eh! – que alguien leía el cartelito: – Árbol centenario. Monumento histórico nacional. Plantado por….. 

Pero al árbol no le interesaba nada esas cosas, él quería oír risas y sentir cómo se trepaban los chicos… oír los secretos que le contaban… pero no le gustaba nada cuando las personas grandes le hacían daño, escribiéndolo o rompiéndolo. 

Tanto tiempo había pasado… que el árbol ya se había cansado de esperar. 

Cuando esa tarde de primavera, un chiquito, de unos 10 años, pasó la cerca! Qué contento se puso el árbol…! Tanto, que escuchen bien lo que pasó: 

El chiquito fue a buscar a otro amigo para no estar tan solito. Treparon a una rama que iba para el costado del sol y se quedaron recostados contándose cosas… pequeños secretos de cosas que les gustaría hacer. 

El árbol escuchaba todo y se reía con sus hojas alegres. Entonces pensó que sería una linda idea hacer un poquito de magia. 

El chiquito que primero había trepado se llamaba Guillermo, el otro Agustín. Guillermo le contó a Agustín que él quería poder ganar muchas veces a las bolitas para que Jorge no se riera más de él en el colegio, y así Carlota se haría su amiga. 

Al día siguiente misteriosamente, Guillermo ganó en todos los recreos a las bolitas y Carlota le dijo que lo había hecho muy bien y le regaló una bolita preciosa. Guillermo estaba muy contento y guardó esa bolita como «la bolita de la buena suerte» 

Esa misma tarde, después del cole, fue saltando y cantando de alegría al árbol, a encontrarse con Agustín y le contó todo lo que pasó. 

Así, el árbol escuchó todo y estaba muy feliz, ahora se reía muy fuerte con sus ramitas y sus hojas… – La magia funcionó! se dijo el árbol. Agustín también le contó lo que quería hacer con muchas ganas y fue así como el árbol abuelito se convirtió en el ÁRBOL MÁGICO, el que concedía los sueños.                                                                     
                                                                                                                                  Sofía Reina  

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